Gerardo Diego fue uno de los más variados y fecundos poetas de su generación. Premio Nacional de poesía en 1925 junto con Alberti. Su obra se mueve entre la poesía relativa, ocasional, de circunstancias, con una tendencia clasicista y otra absoluta, de creación, a partir de la influencia del poeta chileno Huidobro y de la amistad con Larrea. Alondra de verdad (1941) y Ángeles de Compostela (1940) corresponden a su primera poesía.