Sergio Leone descubrió entre fotogramas que Almería era un lugar único. En 1968 y durante el rodaje de Once Upon a time in the west, titulada torpemente en español Hasta que llegó su hora, se acercó con su mirada a un tipo loco que pretendía convertir la maldición del desierto en una oportunidad de redención frente a la miseria ayudado por su mujer. Meses después, la película -uno de los mejores westerns de la historia-, tenía en un extravagante aventurero que pretendía cultivar la arena el punto inicial de la trama y en una mujer -su mujer-, la protagonista que pelearía por continuar su obra en un escenario al que había bautizado con el nombre de Sweet Water. Almería es una tierra de contrastes encajados por el viento del tiempo. En su geografía conviven el desierto y el mayor bosque bajo plástico de Europa; el calor sofocante y el escalofrío gélido; la tradición que todo lo convierte en una ópera siempre a punto de iniciar cada día su representación, y así desde hace mil años, y la innovación que atesoran quienes han comprendido que su aldea no es el mundo, sino que el mundo es su aldea; el contraste enriquecedor de saber convertir las maldiciones bíblicas de ayer y de siempre en el maná de hoy y de mañana. Esta es la Almería a la que se acerca Pedro M. de la Cruz en sus artículos aquí recopilados, publicados entre noviembre de 2004 a octubre de 2010. Esa Almería de innovadores que se atrevieron y se atreven a cultivar la arena y el sol, de mujeres protagonistas de la historia, y del milagro de llevar agua dulce a una tierra regada de sal y sudor. El sexto continente.