Como esos imagineros de la Edad Media que llenaron de monstruos los pórticos de las catedrales, el maestro del relato Ángel Olgoso nos trae de la mano de su antepasado (el filósofo natural Bautista Fulgoso) una compilación de portentos y erudiciones, un inventario de rarezas, de noticias acerca de animales fabulosos, de grimorios y mixturas mágicas, de médicos que curan a los heridos cosiendo su sombra, de ángeles lúbricos, de buhoneros que llevan en su carromato el elixir de la inmortalidad, de la cueva que da entrada al Infierno. Estas hojas volanderas se agavillan en un librito delicioso ilustrado por Claudio Sánchez Viveros, quien sabe dotarlo de auténtico sabor de época a la vez que le presta una frescura y modernidad sorprendentes. Corre, lector, los cortinajes del tiempo y adéntrate en este pequeño gabinete de maravillas.