Eran los años en los que el macartismo se adueñaba de EE. UU., los años de la entronización del capitalismo: la América blanca se regodeaba entonces en una sensación de orgullo y seguridad que encontraba su reflejo en los anuncios publicitarios. Las empresas de la década de 1950 difundían a sabiendas información incorrecta y promocionaban cualquier producto con absoluta despreocupación, desde vacaciones en Las Vegas para turistas deseosos de presenciar la detonación de bombas atómicas hasta cigarrillos como remedio saludable para la melancolía; en este último anuncio, un bebé afirmaba que su madre se sentía mejor tras fumarse un Marlboro.Desde «la mejor lavadora automática del mundo» al Cadillac que «abre nuevas perspectivas», en este libro encontrará una abigarrada colección de anuncios que publicitan todo cuanto era posible poner a la venta. A propósito: «¿Se ha dado cuenta de cuántos de sus vecinos usan muebles Herman Miller últimamente?» Ojalá tuviera usted la posibilidad de viajar en el tiempo y comprar unas cuantas sillas para su colección?