Alfredo Di Stéfano. Nombre y apellido que lo dicen todo, absolutamente todo. Una leyenda del fútbol mundial. El hombre que cambió la historia del Real Madrid y contribuyó sobremanera para que el club blanco fuera elegido por la FIFA el mejor club del siglo XX. Y ahí estuvo él, como presidente de honor, al lado de Florentino Pérez, para recibir el merecido galardón. En la historia del fútbol hablar de Di Stéfano es hablar del futbolista total. Fue un adelantado a su época. Revolucionó tácticamente el fútbol europeo con los conceptos traídos de su Argentina natal y Colombia, donde se autoexilió en busca de la libertad como futbolista. Hasta entonces, por nuestros lares, el delantero centro era el ariete, el hombre más adelantado del equipo y su misión era rematar, vivir en el área contraria, acabar las jugadas de su equipo. Salir en las fotos cerca del portero, como dice el propio Alfredo. La "Saeta", como le llamaban en Argentina por su velocidad de relámpago, rompió los moldes. Él atacaba y defendía. Jugaba arriba y bajo. Nunca se mostraba estático. Era el eslabón continuo de la cadena colectiva. Él mismo se define como un todocampista y no le falta razón porque todos los que le vieron jugar, o los que han podido rescatar las viejas películas de sus partidos más trascendentes, destacan precisamente su omnipresencia en el juego y su solidaridad. Di Stéfano fue, siempre, un jugador de equipo. Compañero de sus compañeros y con un marcado sentido del juego colectivo. Cinco Copas de Europa, ocho Ligas, una Copa de España, una Copa Intercontinental, cinco títulos de máximo goleador, dos Balones de Oro y un Super Balón de Oro... son sus trofeos más valorados, pero su realidad fue mucho más allá y quedó patente en cada jugada, en cada gol, en cada partido. Internacional por Argentina, internacional por España, sólo le faltó jugar un Mundial. Estuvo en Chile 62, pero una lesión le impidió jugar y bien que lo notó la selección española. Después se hizo entrenador, como no podía ser de otra forma porque el fútbol era y es todavía hoy su vida, su razón de ser. Ahora, desde esa presidencia de honor que le transforma en el más ilustre de los embajadores del club. Alfredo Di Stéfano, el hombre que llegó a Madrid para jugar tres años en el Real y se quedó para siempre.