Comandos y paracaidistas -genial intuición de Winston Churchill- se convirtieron en la columna vertebral de las operaciones especiales británicas a partir de 1940. Concebidos inicialmente para surgir del mar y actuar en operaciones rápidas y audacces en la Europa ocupada por Hitler, ampliaron poco a poco sus acciones, moviendose con habilidad tras las líneas enemigas y convirtiéndose en unidades esenciales para el avance Alicado a partir de 1943.