Estos libros sin texto se han convertido en obras de referencia para los especialistas en literatura infantil y juvenil. Juegan con los dobles sentidos, las adivinanzas visuales y, como Magritte, nos enseñan que “una pipa no siempre es una pipa”. No cuentan una historia con introducción, nudo y desenlace, sino que a cada página se muestran una serie de imágenes independientes -aunque relacionadas entre sí- formando una estructura encadenada.