“ Volví bajo la tela naranja, allí estaba ella, desnuda, me esperaba. Bebió el agua que traje con ansia. ¿Cuánto hacía que no comíamos? Luego bebí yo también, también con ansia. El resto del agua de la botella me pidió a gritos que la dejara correr por su cuerpo, por su cara, por sus pechos, entre sus brazos, por su cintura, por sus rodillas, entre sus piernas. Yo estuve de acuerdo. Después yo fui el encargado de seguir cada gota, osada en el camino que recorría sobre su piel. Mis labios, mis dedos, también fueron osados…” Hay ocasiones hoy día en que el amor parece haber sido parapetado por la lógica más aplastante. Tal vez como forma de lucha contra todo ello, en esta novela, el autor pretende sacar a la luz algunas de las contradicciones que sirven como base para algunas de estas posturas aparentemente irreconciliables Así, el romance entre el retraído protagonista de esta historia, un joven llamado Mario, y su amada, Silvia, una muchacha recién aparecida que trastocará su vida por completo, servirá como punto de arranque en el camino que los llevará a ambos por entre los entretejidos caminos de la pasión, el erotismo, y el deseo más adictivo.