«Siniestra gallina ciega la de la propia vida, me digo a carcajadas, perseguido por brujas, brujos y demonios, propios y ajenos. Buena imagen esa del ir dando tumbos, a trancas y barrancas, sin saber muy bien para dónde vas, en el invierno y en la noche, “escura”. Unos van de manera envidiable como flecha a la diana –así decía Carlos Castilla del Pino que había ido él–, otros como mejor pueden y todo acaba por encajar…»