A veces, a los mayores no hay quien los entienda. Fíjate: el otro día, mi abuela llegó a casa, dijo que venía muerta y se sentó en una silla
¡Ya
! ¡Deben de pensar que somos tontos! ¿Cómo iba a estar muerta, si hablaba y todo? Me llamo María y estas cosas me dejan muy extrañada, pero, como yo digo
¡A mí qué me importa!