Se ha destacado en diversas ocasiones la importancia que los libertarios españoles otorgaron a la cultura y la educación como instrumentos indispensables de su proyecto emancipador y de transformación social. Este libro es un análisis no tanto las declaraciones programáticas o de intenciones, las opiniones 'oficiales' o las grandes líneas del discurso ácrata en torno a estos temas, como de las características y el contenido de las prácticas culturales concretas desplegadas por los anarquistas y anarcosindicalistas valencianos durante los años de la Segunda República y la Guerra Civil (1931-1939), especialmente en sus perfiles más reales y cotidianos. Éstas, lejos de tener una importancia secundaria, resultaban, por el contrario, claves para la socialización y la formación de aquéllos. Aseguraban la cohesión del grupo, consolidaban los sentimientos de pertenencia a un movimiento social (sin duda heterogéneo) y, en definitiva, desempeñaban un rol esencial en el proceso de conformación de la identidad libertaria. Conferencias, debates, cursillos, escuelas diurnas y nocturnas, lecturas, bibliotecas, periódicos y revistas, libros y folletos, veladas artísticas, excursiones campestres o actividades como el naturismo, el nudismo o el aprendizaje del esperanto, entre otras, eran prácticas a través de las cuales se construía el 'individuo' anarquista y se modelaba un tipo de vida y cultura militantes, así como una forma de entender la sociabilidad y el ocio populares. Asimismo, participaban de todo un programa general de superación individual y colectiva, mediante la extensión de la cultura y la educación, que no resultaba del todo ajeno en sus formas y propósitos al puesto en marcha por otras culturas políticas del momento situadas también en el ámbito de la izquierda, como es el caso, por ejemplo, del republicanismo o el socialismo.