La filóloga y profesora de español, Mónica González Pereira, deja su huella barojiana entre Galicia y Portugal. Estudiosa de la aportación de Pío Baroja a la dramaturgia, como autor, crítico e incluso actor en el teatro de cámara amateur El Mirlo Blanco, concluye en este libro que «no alcanzó el genio y la agudeza de la estética valleinclanesca, pero sí contribuyó con gran esfuerzo a la transformación de la escritura teatral que desde los últimos decenios del siglo XIX se estaba llevando a cabo en toda Europa».
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