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Resultados de la búsqueda para: Silvina Ocampo
Los cuentos de Silvina Ocampo configuran un universo complejo y personalísimo. La no inocencia, la transgresión, las relaciones humanas y sus misterios -los misteriosos resortes que las movilizan-, lo onírico metafísico, las ambigüedades, las metamorfosis, aparecen como elementos absolutamente integrados al mundo real, lo cual se traduce en una "falta de asombro" del narrador ante lo que llamaríamos la aparición de lo insólito, irreal, sobrenatural. Por otra parte, la concentración narrativa, una estructura deudora del género policial (en cuanto a la generación de la expectativa y la lógica que orienta el relato), la enunciación desconcertante -travestismo enunciativo, descentralización de la voz narradora, relatos enmarcados-, los finales abiertos, definen una estrategia compositiva que vale tanto para los cuentos de estructura policial como para los bellos relatos casi poéticos como es el caso de "Los grifos". El corpus seleccionado hace un recorrido por los distintos momentos de su producción y sus tópicos más frecuentados.
Desde el Siglo de Oro español hay dos maneras de ser barroco, una se manifiesta en el nivel de la frase y es lo que habitualmente se entiende por barroco: lo frondoso, lo decorativo, lo excesivo de los medios en relación con los fines. La otra se da en el nivel de las estructuras narrativas, de los personajes y del universo referencial, 'una adicción o afición al juego de intercambiar, plegar o mezclar los distintos planos de los que la realidad se compone'. Y es esto último lo que permite considerar a Borges, Bioy Casares, Cortázar, Silvina Ocampo, Onetti y Felisberto Hernández como autores de las 'ficciones barrocas' más poderosas desde Cervantes y Calderón, según señala el autor. Ficciones que se producen entre 1940 y 1960, período en que cuatro de ellos viven en Buenos Aires y que incluye el decenio peronista de 1945-1955. Un recorrido minucioso, lúcido y revelador por la obra de los autores más emblemáticos del Río de la Plata que, siguiendo los principios y las huellas del barroco áureo, ofrece un nuevo panorama de la literatura de la región, al tiempo que descubre y desentraña nuevas conexiones y paradojas, que llegan hasta la 'ciencia ficción barroca' de Philip K. Dick.
Este libro constituye sin duda una de las noticias más relevantes en la reciente historia de la literatura hispanoamericana, pues recopila, por primera vez, los relatos inéditos de la gran escritora argentina Silvina Ocampo. Se trata de un deslumbrante conjunto de cuentos escritos en un arco cronológico que se inicia a fines de los años treinta y culmina en los años ochenta, con toda la amplitud de registros y recursos que la autora supo dominar. A ellos se agregan dos novelas cortas El vidente y Lo mejor de la familia que trazan, como en un juego de espejos contrapuestos, destinos signados por la ambigua posesión de un don. Todos estos relatos abordan las fecundas obsesiones de Silvina Ocampo: el asedio del miedo, la convivencia del encanto y la repulsión o el amor y la belleza. En busca incesante de nuevas formas para el cuento, Silvina Ocampo supo construir una voz inconfundible, la voz de uno de los grandes clásicos de nuestro tiempo, milagrosamente regresada ahora del silencio. «De todas las palabras que podrían definirla la más precisa es, creo, genial.» JORGE LUIS BORGES «Silvina Ocampo es inevitablemente original.» ADOLFO BIOY CASARES
Apenas ha iniciado el lector un cuento, cualquiera, de Silvina Ocampo tiene la inexplicable sensación de ser sutilmente alejado de sí mismo y de su realidad para introducirse imperceptible e irremediablemente en la situación que la autora ha creado, casi como por encanto, para él sólo. Porque a cada lector se le permite vivir a su modo, según su ánimo, ese sueño, turbador a veces, o esa realidad dislocada, en ciertas ocasiones risible, o ese universo fantástico, reflejo deformado de los fantasmas de este mundo nuestro. Lentamente, esta atmósfera de situación a la vez vivida y soñada va envolviéndole hasta el punto de que, al regresar a sí mismo, el lector tiene, durante cierto tiempo, la sensación de que alguna parte de su mente y por qué no de su cuerpo ha quedado definitivamente en otro lugar, como tras los sueños pertinaces. Alguien dijo que los cuentos de Silvina Ocampo son crueles, y quizá sí lo sean precisamente en este sentido. Pero en ello radica también el refinadísimo humor de la autora, que impregna hasta su narración más aviesa, pues a nadie se le escapa el juego sutil al que somete al lector, quien se entrega a él a sabiendas, atraído por la fascinación que ejerce sobre él la magia de la narración.