Pierre Louÿs (1870-1925) tuvo desde los nueve años una esmerada educación en distintos establecimientos privados de París, para seguir luego estudios de Filosofía en Janson-de-Sailly. Tras publicar en 1892 Astarté, un primer libro de poemas sensuales y evocadores, comienza a escribir Afrodita, cuya acción transcurre en la Antigüedad. Su dominio de las lenguas griega y latina, así como su conocimiento de la vida cotidiana, las fiestas, las ropas, etc., de la época clásica, le permitió editar solventes traducciones de Meleagro y Luciano de Samosata, así como hacer creer a uno de los más destacados helenistas de su tiempo, el profesor Gustave Fougère, que Las canciones de Bilitis (1894), publicadas de forma anónima, eran, como afirmaba Louÿs, una traducción suya de los poemas de una escritora griega, Bilitis, contemporánea de Safo. Las canciones de Bilitis, que hoy publicamos junto a Las canciones secretas de Bilitis, aparecidas posteriormente y nunca traducidas hasta ahora en España, tienen marcadas influencias de los poetas griegos, los latinos, del Cantar de los cantares bíblico y de poetas árabes como Al-Nafzawi, autor de El jardín perfumado (1535). En el prefacio, Louÿs traza la biografía de la poeta griega en tres etapas de su vida: los amores de la pasión adolescente, la madurez vital y el descubrimiento del amor lésbico, y su existencia como cortesana que soporta la decadencia de la edad. El conjunto de poemas en prosa que conforma el texto principal tiene su eje central en la vida amorosa de la poeta y se lee como una novela biográfica con un alto componente erótico.
Pierre Louÿs (1870-1925) sigue siendo para algunos un autor desconocido o un eterno secundario. Su perfil inconformista de artista excéntrico, su apología de la libertad sexual que emana tanto de sus ficciones como de sus escritos, le sitúan un tanto al margen de los circuitos de difusión literarios. A pesar del éxito de las adaptaciones cinematográficas de «La mujer y el pelele», el nombre del autor ha sido eclipsado por el de realizadores de la talla de Von Sternberg, Vadim o Buñuel, y sobre todo por el de las bellas actrices que han dado vida a su protagonista, Marlene Dietrich, Brigitte Bardot, Ángela Molina o Carole Bouquet. Por su ambientación en la España del XIX, «La mujer y el pelele», " novela española " , parece más próxima al exotismo romántico de «Carmen» que a las búsquedas formales parnasianas. Sin embargo, una lectura atenta revelará la presencia de rasgos que la vinculan no sólo con el naturalismo, sino también con proyectos tan alejados del exotismo popular y costumbrista como pueden ser el decadente y el simbolista. La obra bucea en el abismo de la «naturaleza» misma de la pasión, adelantándose, con sombría lucidez, a las teorías del deseo que abrirán el siglo XX, e ilustra con intensidad el dramatismo de la llamada " guerra de los sexos " , pero contribuye también a desenmascarar los mecanismos de un imaginario masculino capaz de generar arquetipos de tan probada eficacia como el de la «femme fatale».