Aunque se sirva de la carcajada incontenible, Tres sombreros de copa encierra una visión amarga y demoleroda de la existenica. Mihura aborda cuestiones como el amor, la felicidad, el sentido de la vida, la libertad de elegir o la estrechez de unos modelos sociales que ahogan al individuo, a través del contraste entre lo trágico y lo cómico, en contraposición al teatro de humor que triunfaba en Españahacia 1930.
Titular un libro que recoge el mejor humor mundial, El hombre que se ríe de todo, es tener claro que la cumbre del humor fue pisada por primera vez por genios como Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura, antes de que Wodehouse, Musselman y Achille Campanille se convirtieran en la versión descremada de estos clásicos de la literatura. El humor de Jardiel Poncela y de Miguel Mihura va más allá del chascarrillo, del pasatiempo,araña la condición humana, profundiza, hasta convertirse en la cicatriz de nuestros males. Jardiel Poncela y Miguel Mihura son los estandartes de este libro de Ediciones Irreverentes lleno de clásicos de la literatura de humor y la ironía como Karel Capek, Jules Renard, Oscar Wilde, Huysmans, El Vizconde de Saint-Luc, Antón Chejov, Saki y Bierce; el humor hispanoamericano está representado por el colombiano Nelson Verástegui, el nicaragüense Arquímedes González y el venezolano Norberto José Olivar; y la mejor literatura de humor española aporta nombres como Alonso de Santos, Miguel Ángel de Rus, Eduardo Mendicutti, Alberto Castellón, Ignacio del Moral, Cristina Fallarás, José M. Fdez
Estudio del primer movimiento artístico que pretendió y logró dignificar la literatura española del humor, y que se encuentra enraizado en una etapa de transformaciones significativas en la sociedad española. Fue la causa del florecimiento en España de otras vanguardias.
Máximo representante en el ámbito del teatro de un humor que se inspiró en la audaz línea abierta por Ramón Gómez de la Serna y las vanguardias, caracterizado por el absurdo, la ironía y el cuestionamiento de los convencionalismos, Miguel Mihura (1905-1977) sintetizó felizmente en sus obras lo poético, lo sentimental y lo humorístico. Escrita en 1932, " Tres sombreros de copa " (obra innovadora que rompía con la astracanada y la huera comicidad entonces en boga) chocó en un principio con la incomprensión de actores y empresarios, y no llegó a ser estrenada hasta veinte años más tarde, momento a partir del cual fue alcanzando paulatinamente el reconocimiento unánime del que hoy goza. " ¡Sublime decisión! " (1955) plantea con sutil ironía la condición social de la mujer y su incipiente incorporación al mundo del trabajo.
Una antología que reúne más de 40 cuentos del dramaturgo humorístico más importante de nuestra literatura para el que el humor es una posición ante la vida, y que, con el uso de ese humor, pretendió mostrar la falsedad e hipocresía de algunas normas y costumbres sociales, desenmascarando a la sociedad más convencional. La edición está a cargo de Fernando Valls, crítico literario y profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, especializado en relato breve y microrrelato es autor de más de una veintena de ediciones de este género.Esta antología está a cargo de Fernando Valls, crítico literario y profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona. Especializado en relato breve y microrrelato es autor de más de una veintena de ediciones de este género.Miguel Mihura, dramaturgo y periodista (Madrid, 1905-1977). Comenzó escribiendo en revistas humorísticas como La ametralladora y en 1941 funda La codorniz, también revista de humor. Como primera obra teatral aparece Tres sombreros de copa (1932), obra que no vio la luz hasta veinte años después y constituyó uno de los acontecimientos capitales del teatro español del siglo XX. Después se llevaron a la escena, entre otras: Sublime decisión (1955), Mi adorado Juan (1956), Melocotón en almíbar (1958), Maribel y la extraña familia (1959), Ninette y un señor de Murcia (1964) y Sólo el amor y la luna traen fortuna (1968). Fue galardonado en dos ocasiones con el Premio Nacional de Teatro y obtuvo en 1964 el Premio Nacional de Literatura Calderón de la Barca. En 1976 fue elegido académico de la Real Academia Española.
De Tres sombreros de copa se ha dicho, no sin razón, que es una obra que se adelantó a su tiempo. A partir de un trama muy original, un humor sorprendente y un extraordinario ingenio verbal, la pieza parece anticipar alguna de las características del teatro del absurdo que se impondría en toda Europa a mediados de la centuria. Fernando Valls ha estudiado con pormenor las fuentes de la obra y sus peculiares claves cómicas, para situarla adecuadamente en su contexto, sin necesidad de considerarla un producto anómalo o un acierto inexplicable. La rica anotación aclara los juegos lingüísticos, los destellos de ingenio y las referencias a sucesos de actualidad que Miguel Mihura integró genialmente en la que puede considerarse una de las mejores creaciones teatrales españolas de todo el siglo XX.
En 1943, dos de los tres inventores que se repartían la escena tras levantarse el telón de " Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario " , mantenían el siguiente diálogo: «-También he inventado una máquina muy grande. -¿Y para qué sirve? -No sirve para nada, pero es muy grande. En eso consiste su mérito: no cabe en una habitación». Cuarenta años después, un crítico dijo de las famosas esculturas de Richard Serra: su mérito consiste en que pesan más de 30 toneladas y no caben en una habitación. " Nihil novum " . Cien años hace que nació Miguel Mihura; setenta y dos que escribió " Tres sombreros de copa " . «Lo inverosímil, lo desorbitado, lo incongruente, lo absurdo, lo arbitrario, la guerra al lugar común y al tópico, el inconformismo, estaban patentes en mi primera obra escrita en 1932», declaraba el autor. Conviene recordar que esa primera obra fue escrita diecisiete años antes que " La cantante calva " , de Ionesco. Pero, mientras Ionesco pudo estrenarla al año siguiente, Mihura tuvo que esperar veinte para estrenar la suya. La voz del precursor en el desierto. El teatro de Mihura levanta en escena una memorable galería de seres y situaciones. Personajes que quieren «sentir y padecer y reír y hablar con libertad», como la Irene de " Mi adorado Juan " : ese hombre «que no hace daño a nadie, ni ambiciona nada, ni pone zancadillas, ni pretende ser algo más de lo que es»; personajes automarginados, que prefieren vivir en las márgenes de un río antes que en un ambiente edificado sobre tópicos; que miran el trabajo con distanciamiento y despego, no con la idolatría de una sociedad consumista que lo ha sacralizado para poder consumir más. Juan, el adorado Juan, «al éxito, a la fama, al dinero, a la vanidad, prefería el sol, los amigos, la humildad y las siestas interminables».