Testimonio fiel de la obra representativa del escritor católico francés Bloy, hombre controvertido que presentó siempre una sola cara, la del batallador en defensa de sus ideas.
Las relaciones inesperadas entre hechos, palabras y experiencias en apariencia del todo desvinculados, el rápido viraje de algo absolutamente cotidiano hacia la más profunda verdad del misterio de la vida de Dios o hacia lo enormemente cómico, constituyen los rasgos más característicos, como hombre y como escritor, del pensamiento y la visión de Léon Bloy. En esta obra, según él mismo expresa, quiere dejar ver "lo que había de deseable y de magnífico en el sufrimiento del más glorioso de todos los mortales".
Poeta místico encerrado en la sempiterna contemplación de las armonías invisibles y su criptografía, despiadado polemista (entre la delicadeza y la furia), antimoderno (en el sentido que le da Antoine Compagnon) y profundamente antiburgués, Léon Bloy empezó a escribir en 1900 esta Exégesis de los lugares comunes, que continuó en 1913 con una segunda entrega. Su objetivo final era retratar a «los imbéciles, lamentables y definitivamente idiotas de este siglo». De lectura feliz, singularmente rotundo e invectivo, el libro diseca una colección de frases hechas que atestiguan tanto su vaciedad estricta como la de quien las formula. Un retrato inmisericorde hecho por quienen palabras de Remy de Gourmontfue uno de los mejores creadores de imágenes que haya dado el mundo.
La personalidad de Léon Bloy (1846-1917), como su misma literatura, es un cocktail explosivo de imposible manejo en sólo unas líneas. Tumultuoso y apasionado; contradictorio a fuerza de ortodoxo, disidente de todas las ideas de modernidad de su tiempo; católico fervoroso tras de ser un anticlerical violento, antiburgués por amigo de los humildes y crítico feroz de la sociedad literaria de su tiempo (en la que sin embargo contó con numerosos amigos) y de todo poder, sociedad o capilla; rabiosa, orgullosamente individualista, hasta la soledad, hasta el apartamiento, hasta el fracaso. Pero fue, sin duda alguna, pese a su «energumenismo» innegable, un gran y raro escritor de geniales intuiciones y un inmenso fulgor verbal. La admiración declarada de Jorge Luis Borges ha contribuido a su resurrección editorial en las últimas décadas. Su obra mayor puede que sean sus caudalosos diarios, que Ediciones Ulises publicará íntegros, en ocho volúmenes. El mendigo ingrato es el primer tomo.