¿Puede la libertad de expresión seguir teniendo la amplitud que tiene en las democracias occidentales en el marco de la sociedad multicultural? El libro analiza desde una perspectiva jurídica el fundamento, contenido y límites del derecho fundamental de libertad de expresión en una sociedad cada vez más caracterizada por su heterogeneidad desde el punto de vista cultural e ideológico. Un punto de partida consiste en que, en las democracias actuales, se concibe la libertad de expresión como un derecho de carácter preferente, nota que se deriva de que es consustancial a la democracia y al pluralismo, como ha repetido nuestro Tribunal Constitucional. La obra estudia el contenido exacto de la doctrina de la libertad de expresión y sus límites. Ahora bien, existen varias versiones de la libertad de expresión compatibles con la democracia. La referida libertad es más amplia en Estados Unidos que en Europa. Se profundiza en la versión española, alemana e italiana de este derecho fundamental. Pero el proceso inmigratorio ha dado lugar a la presencia en el territorio del Estado de personas con culturas y creencias dispares. Algunos de estos individuos y grupos sociales han denunciado la ofensa a sus creencias, raza, cultura o ideología, como consecuencia de las opiniones que otras personas vierten sobre su modo de ser y pensar en el uso del derecho a la libertad de expresión. A su vez, lo expresado por esos colectivos puede lesionar bienes jurídicos relevantes desde el punto de vista general de la sociedad de acogida. Por otra parte, se constata una mayor sensibilidad hacia la situación de algunos grupos sociales cuyo honor y dignidad aparecen lesionados por el ejercicio de la libertad de expresión en el momento de referirse a su sexo, raza, cultura, ideología u orientación sexual. Surge la ideología multiculturalista, concepto que se precisa en el estudio. Los derechos fundamentales son base permanente de la integración social. Los nuevos retos han de afrontarse conforme a las posibilidades y los límites que éstos abren.
El análisis de los textos en los que se forja el extraño concepto de libertinismo término con el que los más feroces apologistas de la religión cristiana designan peyorativamente, en la primera Modernidad, a escépticos, deístas, epicúreos, ateístas de toda condición, incluso a ciertos místicos revela la importancia que la teología ha tenido en la configuración del espacio intelectual moderno, así como su decisivo influjo en la determinación de las categorías sobre las que ha girado la reflexión filosófica más sistemática y a la que más atención suele prestarse de la época: la cartesiana. Sin embargo, el estudio de aquel libertinismo y de las polémicas en que se esgrime el concepto opera una transformación profunda en la mirada del historiador de las ideas: muestra la existencia insoslayable de una Modernidad filosófica independiente de la teología y de la obra de Descartes, que anuncia lo que desde finales del XVII será llamado «spinozismo» y en la que se esbozan las posiciones teóricas más radicales de la Ilustración del XVIII.