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Resultados de la búsqueda para: Jesús de Nazaret RATZINGER Joseph
De ti ha dicho mi corazón: «Busca su rostro». Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco; no me ocultes tu rostro, no rechaces irritado a tu siervo. Salmo 27, 8-9. «He intentado presentar al Jesús de los Evangelios como el Jesús real, como el Jesús histórico en sentido propio y verdadero. Estoy convencido, y confío en que el lector también pueda verlo, de que esta figura resulta más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstrucciones que hemos conocido en las últimas décadas. Pienso que precisamente este Jesús el de los Evangelios es una figura históricamente sensata y convincente. Sólo si ocurrió algo realmente extraordinario, si la figura y las palabras de Jesús superaban radicalmente todas las esperanzas y expectativas de la época, se explica su crucifixión y su eficacia. Apenas veinte años después de la muerte de Jesús, encontramos en el gran himno a Cristo de la Carta a los Filipenses (cf. 2,6-11) una cristología de Jesús totalmente desarrollada, en la que se dice que Jesús era igual a Dios, pero que se despojó de su rango, se hizo hombre, se humilló hasta la muerte en la cruz, y que a Él corresponde ser honrado por el cosmos, la adoración que Dios había anunciado en el profeta Isaías (cf. 45,23) y que sólo Él merece. La investigación crítica se plantea con razón la pregunta: ¿Qué ha ocurrido en esos veinte años desde la crucifixión de Jesús? ¿Cómo se llegó a esta cristología? En realidad, el hecho de que se formaran comunidades anónimas, cuyos representantes se intenta descubrir, no explica nada. ¿Cómo colectividades desconocidas pudieron ser tan creativas, convincentes y, así, imponerse? ¿No es más lógico, también desde el punto de vista histórico, pensar que su grandeza resida en su origen, y que la figura de Jesús haya hecho saltar en la práctica todas las categorías disponibles y sólo se la haya podido entender a partir del misterio de Dios?» Benedicto XVI
Joseph Ratzinger / Benedicto XVI ha suscitado con sus tres libros sobre la figura central de nuestra fe un debate de duraderas consecuencias en torno a Jesús de Nazaret, a quien los cristianos confiesan como el salvador universal y el verdadero y único mediador entre Dios y los hombres. Con la inclusión de esos tres libros, publicados durante el pontificado del papa Benedicto XVI, en la serie de las Obras completas se hace justicia a esa inquieta búsqueda de conocimiento que guió a Joseph Ratzinger en la redacción de sus escritos. Desde hace 60 años los temas de la cristología están en el centro de su actuación y de sus enseñanzas universitarias, episcopales y pontificias.
Aparece ahora en castellano en un solo volumen la obra de Joseph Ratzinger/ Benedicto XVI Jesús de Nazaret, publicada anteriormente en tres tomos editados, respectivamente, en el original alemán, en los años 2007, 2011 y 2012. Este volumen, sin embargo, tiene la peculiaridad de que no sigue el orden de la publicación de los tres anteriores, sino que el tercer volumen aparece ahora en primer lugar. Se pone así claramente de manifiesto la condición de prólogo del conjunto que el autor le atribuyó desde su aparición, a la vez que se respeta la cronología de la historia de Jesús.
«He intentado presentar al Jesús de los Evangelios como el Jesús real, como el Jesús histórico en sentido propio y verdadero. Estoy convencido, y confío en que el lector también pueda verlo, de que esta figura resulta más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstrucciones que hemos conocido en las últimas décadas. Pienso que precisamente este Jesús el de los Evangelios es una figura históricamente sensata y convincente.» Benedicto XVI «[Estas páginas] están insertas en un extraordinario y suntuoso aparato iconográfico. Será como efectuar un peregrinaje en un mundo de imágenes admirables; será como conseguir un recorrido por una galería de arte que se extiende a través de los siglos». «Tenía razón el pintor Marc Chagall cuando afirmaba que, durante siglos, los artistas han mojado su pincel en ese alfabeto de colores de la fe y de la belleza que es la Biblia. Y los Evangelios han sido para Occidente una especie de léxico o atlas de símbolos, de figuras, de acontecimientos, de efigies, de iconos, de representaciones. Si tuviésemos que tomar en nuestras manos una enciclopedia o un diccionario de arte (
), descubriríamos un hilo dorado evangélico interrumpido, capaz de transformar el arte en una verdadera «exegesis» libre y creativa del texto sagrado.» Del prefacio de Gianfranco Ravasi
«En el gesto de las manos que bendicen se expresa la relación duradera de Jesús con sus discípulos, con el mundo. En su ascensión Él viene para elevarnos por encima de nosotros mismos y abrir el mundo a Dios. Por eso, los discípulos pudieron alegrarse cuando volvieron de Betania a casa. Por la fe sabemos que Jesús, al bendecir, tiene sus manos extendidas sobre nosotros. Esta es la razón permanente de la alegría cristiana». Joseph Ratzinger / Benedicto XVI