El veterinario más popular de las letras inglesas regresa en esta tercera entrega de sus divertidísimas aventuras. Herriot se incorpora a la RAF, donde recibe clases de vuelo y se prepara para participar en las batallas aéreas de la II Guerra Mundial. Historias de un piloto que se intercalan con las historias de su actividad profesional como veterinario en las montañas de York, en la Inglaterra profunda. Un libro divertido y delicioso, lleno como siempre de caballos, vacas, cerdos, perros y gatos, y, en esta ocasión, también de aviones.
Cuando el joven James Alfred Wight, con 23 años y recién salido de la facultad en Glasgow, tomó posesión de su primer empleo como veterinario rural en Thirsk, Yorkshire, no sabía bien dónde se estaba metiendo. Y literalmente se estaba metiendo dentro de las vacas, desnudo de cintura para arriba, y, sobre todo, dentro de un mundo cerrado, a veces hostil, generoso, humorístico y fascinante, en un marco natural de belleza indescriptible. Desde entonces, en 1939, hasta su muerte en cincuenta años después, su vida se iba a fundir con su trabajo, en una pasión que se materializaría en 1969 en uno de los mayores regalos que los lectores anglosajones podrían recibir. La serie de obras que, bajo el seudónimo de James Herriot, comenzó a publicar, y que inició con ésta que ahora rescatamos. De inmediato sus historias se convirtieron en un éxito de ventas tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, llevadas al cine y a la televisión (BBC) varias veces, la última de ellas, una precuela titulada El joven James Herriot, en el año 2011. Su obra, como la de Gerald Durrell, ha alegrado la vida de millones de lectores en todo el mundo.
Quan el jove James Herriot, que acabava d'enllestir la carrera de veterinària a Glasgow, va acceptar la seva primera feina en una petita localitat de Yorkshire, no sabia ben bé on es ficava. I és que literalment hauria de ficar-se dintre d'una vaca, despullat de cintura en amunt, en un estable pràcticament a les fosques i amb una temperatura sota zero. Això no ho explicaven els seus llibres de veterinària. Ni tampoc que hauria de guanyar-se un a un tots els grangers de la comarca.