Con los libros que aquí se incluyen Emmanuel Carrère dio un paso de gigante en una carrera que ya había destacado por su singularidad, osadía y radicalidad. El autor exploró en ellos la novela de no ficción, y el resultado fueron tres obras maestras de una potencia inigualable. El adversario, que ha sido comparado con A sangre fría de Capote, es un perturbador descenso a las zonas más sombrías del alma humana que parte de un hecho real: un hombre asesinó a su mujer, sus hijos y sus padres. ¿Por qué? Porque era un impostor que se sentía incapaz de afrontar el inminente desmoronamiento de su mundo de mentiras: le había hecho creer a su familia que era médico cuando en realidad pasaba el tiempo en parkings de autopista o paseando por el bosque. Una novela rusa es una indagación en la vida de uno de los abuelos del autor, probablemente ejecutado por colaborar con los nazis, cuya búsqueda se entreteje con otros secretos, fantasmas y deseos. De vidas ajenas, por su parte, aborda la pérdida de los seres queridos, entrecruzando las consecuencias de un tsunami en Sri Lanka y la devastación de un cáncer. Carrère se atreve como pocos a sondear las posibilidades de la palabra para desvelar las entrañas del ser humano. La suya es una literatura escrita sin red y que no teme internarse en la oscuridad.
El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand mató a su mujer, sus hijos, sus padres e intentó, sin éxito, darse muerte. La investigación reveló que no era médico, tal como pretendía y, cosa aún más difícil de creer, tampoco era otra cosa. Mentía desde los dieciocho años. A punto de verse descubierto, prefirió suprimir a aquellos cuya mirada no hubiera podido soportar. Fue condenado a cadena perpetua. Este libro narra esta escalofriante historia real que es un viaje al corazón del horror. El resultado es una obra excepcional que ha sido comparada con A sangre fría de Truman Capote. «Excelente» (Soledad Puértolas). «Novela apasionante y reflexión de escalofrío» (David Trueba). «Un texto poderosísimo que sume al lector en el espanto» (Juana Salabert, La Razón).