«Europa es mucho más antigua que sus naciones». La Unión Europea nació con el anhelo de terminar con los constantes y cruentos enfrentamientos entre vecinos que culminaron en la segunda guerra mundial. Sin embargo, esa unidad no fue sólo el fruto de una generación trastornada por los desastres bélicos; Europa ya obsesionaba la imaginación de filósofos y poetas desde hacía siglos, y se había venido formando lenta pero irrenunciablemente en los mejores espíritus.Denis de Rougemont, autor de El amor y Occidente y uno de los intelectuales más importantes del siglo XX, recoge las reflexiones que más de cien pensadores y escritores han realizado a lo largo de tres mil años sobre el concepto de Europa.Esta brillante síntesis cultural recuerda quiénes han sido sus constructores intelectuales: de Hesíodo a Carlomagno, de Pierre du Bois o Tomás de Aquino al Abad de Saint-Pierre, de Leibniz o Voltaire a Condorcet, de Kant a Hegel, de Mazzini, Hugo, Tolstoi o Dostoievski a George Sorel, de Spengler a Valéry, Ortega, Weil o Madariaga; y examina el tránsito del mito al hecho, de las utopías a los planes, de la unión cultural a la articulación política.Pocas aventuras resultarán más estimulantes y reveladoras que este viaje a través de la idea de Europa, donde se manifiesta la coherencia íntima de una conciencia europea, construida sobre la diversidad de sus naciones y abierta al mundo; y en cuya configuración histórica se dirimieron debates que siguen siendo actuales: como la relación entre Oriente y Occidente o el concepto mismo de «civilización».Esta obra contribuirá sin duda a dar sentido a una realidad, la de la unión política, que, tras cincuenta años de vida oficial, exige «hacer europeos» para seguir construyendo Europa.«Cuando emprendí esta obra estaba muy lejos de suponer la amplitud y la complejidad de la materia. He ido de descubrimiento en descubrimiento y espero que el lector participe del placer que yo he sentido.» DENIS DE ROUGEMONTNOTICIAS
«Señores, ¿os gustaría escuchar un bello cuento de amor y de muerte?» Nada en el mundo nos podría gustar más. Efectivamente; este comienzo de Tristán e Isolda, en una de sus versiones primitivas, es el prototipo del arranque de un relato novelesco. Establece la concordancia entre el amor y la muerte; despierta en nosotros las más profundas resonancias. Amor y muerte, amor mortal: si no es toda la poesía, es al menos todo lo que hay de popular, todo lo que hay de universalmente emotivo, en nuestras literaturas. El amor feliz no tiene historia. Sólo el amor mortal es novelesco; sólo el amor amenazado y condenado por la propia vida puede ser exaltado por el lirismo. Es un dato constatable: el hombre occidental, a través de su literatura y de su lírica, ama por lo menos tanto lo que destruye como lo que asegura «la felicidad de los esposos». ¿De dónde puede venir una contradicción tal? Si el secreto de la crisis del matrimonio reside en el atractivo de lo prohibido, ¿de dónde nos viene ese gusto por las desgracias? ¿Qué ideal del amor presupone? ¿Qué secreto de nuestra existencia, de nuestro espíritu, tal vez de nuestra historia, se desvela? Denis de Rougemont ha escrito con El amor y Occidente uno de los libros más clásicos e importantes sobre la materia. Occidente es, ante todo, una concepción del Amor. Partiendo de un análisis del mito de Tristán, el autor se remonta a sus orígenes religiosos, y lo relaciona luego con la pasión y el misticismo, la literatura, la guerra, el matrimonio, el adulterio, la acción y la fidelidad.
En esta impecable continuación de su aclamado El amor y Occidente el autor analiza los mitos de Don Juan, Tristán y toda una serie de personajes de romances modernos para llegar a la conclusión de que toda concepción del amor traduce una determinada idea del ser humano y de su sentido de la vida. Intentar comprender las relaciones entre lo espiritual y lo erótico implica interrogarse sobre las nociones de sí mismo y el espíritu en las distintas religiones de Oriente y Occidente.