El tratado ciceroniano sobre la vejez presenta una compleja arquitectura argumental apenas disimulada bajo la forma del diálogo académico. Tras un proemio, que marca la orientación general del tema, sigue la parte central de la composición, dedicada a refutar en pormenor, y en un increscendo intelectual, los diversos motivos de queja contra la vejez. Cuatro son las objeciones fundamentales contra ella, en las que Cicerón fija su atención: Hallo cuatro causas por las que parece miserable la vejez: la primera, porque apartaría de administrar los negocios; la segunda, porque haría más débil el cuerpo; la tercera, porque privaría de casi todos los placeres; la cuarta, porque estaría no lejos de la muerte.