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120 HISTORIAS DEL CINE (KLUGE, ALEXANDER)
Las 120 historias que componen este libro, parciales y “subjetivas” según nos advierte el propio Kluge, tratan de la edad temprana del celuloide –ese cinéma impur de tiempos en que la imagen cinematográfica combinaba elementos del teatro, las artes plást

EL HUECO QUE DEJA EL DIABLO . HISTORIAS DEL NUEVO SIGLO (KLUGE, ALEXANDER)
Alexander Kluge se apropia de los materiales más diversos y los hace suyos en historias que van de la miniatura al relato breve de apenas cuatro páginas. Las casi doscientas narraciones de El hueco que deja el diablo son, en palabras del propio autor, la continuación de una búsqueda: «el mundo fantástico de los hechos objetivos», pues todo parece indicar que la realidad tiene «imaginación». Y una vez lanzado a esa búsqueda, el au-tor intuye la presencia, en nuestro tiempo, de elementos «medievales»: unos liberarían fuerzas humanas; otros, fuerzas diabólicas. El accidente de Chernóbil, la tragedia del 11-S, un ensayo de Maria Callas, un triángulo amoroso en el París ocupado por los nazis, una presunta aparición del diablo en la Casa Blanca... El abanico de escenarios y personajes escogidos por el autor para rastrear ese hueco por el que «el Maligno» se cuela no dejará indiferente al lector. La primera edición en castellano de este extraordinario escritor y también reconocido cineasta.

ATAQUE AÉREO A HALBERSTADT, EL 8 DE ABRIL DE 1945 (KLUGE, ALEXANDER)
Los proyectiles no pueden esparcirse por todo el término de la ciudad. Así es que miramos líneas principales de comunicación y vías de escape. También dónde arda bien. Y usted sabe perfectamente igual que nosotros dónde está eso en una ciudad antigua. Nosotros no somos medievalistas, pero aun así también hemos oído que una ciudad como esa data del año 800 después de Cristo. Partiendo de eso, los lanzamientos tienen que concentrarse en los edificios que hagan esquina. Con eso lo vamos cerrando todo. En el caso ideal, un cerro de escombros a la entrada y a la salida de cada calle. El caso está cerrado y visto para sentencia cuando abrimos debidamente con explosivos los edificios a ambos lados de la calle. Entonces allá van palos, bidones y demás incendiarias para dentro. Y encima la tercera y cuarta oleada, otra vez explosivas e incendiarias. Eso nos da una retícula graneada también en transversal, aunque siempre repasemos por el mismo surco. Mire usted, los edificios intactos son difíciles de incendiar. Primero hay que descubrir los techos, abrir con explosivos agujeros que lleguen al segundo piso o de ser posible al primero, donde está lo combustible. En otro caso no tenemos incendio de área, ni tornado de fuego ni todo lo demás. Mi hermano es médico de la fuerza aérea. Es lo mismo que las curas de una herida muy extensa. No se puede limpiar una ya cicatrizada que ha hecho costra, como una ciudad se ha ido rehaciendo a lo largo de su historia, primero hay que reabrir la herida y rasparla de modo que tratemos con capilares frescos, y entonces se extiende por encima pomada y gasa.