Algunas vidas pueden explicarse desde una sola coordenada vital o un solo rasgo de su carácter, que llega a ser eje central de su existencia. Este es el caso, según Teófilo Viñas, de san Agustín. La amistad puede explicar todo lo que hizo y vivió aquel hombre extraordinario. En una primera parte aborda cómo definía y vivía él la amistad, y cómo esta fue madurando desde su niñez hasta su ordenación sacerdotal en el año 391. La segunda parte ofrece, a través de sus cartas, una hermosa panorámica de la amistad que mantuvo con numerosas personas, también con quienes no compartían su fe.
Agustín de Hipona es un fenómeno único en la historia de la Iglesia cristiana, admirado y respetado por católicos y protestantes como el Campeón de la verdad, frente a los errores maniqueos, arrianos y pelagianos. Lutero, refiriéndose a los Padres de la iglesia, dijo de Agustín: «Me agrada más que a todos los demás, porque enseño una doctrina pura y sometió sus libros, con humildad cristiana, a la Sagrada Escritura». Su influencia teológica y filosófica sigue vigente. Apela por igual a la razón, a las emociones y a la voluntad, y constituye una fuente clara a la que muchos recurren después de sentirse cansados de un cristianismo superficial. La sociedad postmoderna del siglo XXI plantea unas carencias morales y espirituales concretas que a la Iglesia corresponde llenar. No es casualidad que uno de los mayores best-sellers a nivel mundial, en los inicios de tercer milenio, escrito por el filósofo neoyorquino Lou Marinoff, tenga un título tan significativo como: Más Platón y menos Prozac; esto debería decirnos algo... Dentro de la colección GRANDES AUTORES DE LA FE, los escritos de Agustín de Hipona son uno de sus pilares básicos. Agrupados en varios tomos dentro del volumen, este Tomo I incluye tres obras fundamentales de su producción literaria: La verdadera religión, en la que plantea la búsqueda de la verdad trascende, La utilidad de creer, donde explica el asentimiento personal a la fe, y El Enquiridion: tratado de la fe, la esperanza y la caridad, que cubre los aspectos dogmáticos y morales de esa fe revelada. El Tomo II contiene sus Confesiones y el Tomo III su obra clave: La Ciudad de Dios.
La filosofía de la historia de San Agustín fue una obra de la sabiduria, a la vez de la teología y filosofía(...). En el espíritu de San Agustín las dos sabidurías, filosófica y teológica, actúan simultáneamente. En la Ciudad de Dios se esfuerza por desgajar la significación inteligible y, por decirlo así, transhistórica de la historia, la significación inteligible de los sucesos o del desarrollo de los acontecimientos en el tiempo. Este es precisamente el objeto general de la filosofía de la historia. Jacques Maritain
Editorial Avgvstinvs y Editorial Ciudad Nueva, en coedición, ofrecen en este volumen II la continuación del proyecto editorial Obras monásticas de san Agustín. A los libros de san Agustín publicados en el volumen I siguen en el presente las restantes obras monásticas de san Agustín: La Regla, y los textos monásticos que encontramos en las Confesiones, en las Cartas y en algunas otras obras de san Agustín. Cierra la colección de todo este florilegio agustiniano sobre la vida consagrada la inclusión de La vida de san Agustín, de san Posidio, que nos ha trasmitido fielmente numerosas y valiosas noticias sobre su maestro san Agustín, como fundador de varios monasterios y consagrado él mismo al Señor en esa nueva forma de vida religiosa en Occidente. Los textos agustinianos vienen precedidos por introducciones y acompañados por notas a cargo de renombrados agustinólogos agustinos recoletos. En este volumen II se incluyen también los índices onomástico y de materias de ambos volúmenes, para facilitar la búsqueda de aquellos temas que puedan ser de interés para el lector.
Agustín de Hipona (354-430) ha sido uno de los máximos maestros de Occidente. Situado en el momento culminante de la caída del Imperio romano, su inmensa y rica obra, escrita en el idioma universal que aquél había dejado establecido, fue el vehículo más eficaz por el que el incipiente mundo cristiano de Europa mantuvo el contacto con la cultura grecorromana. Desde Boecio y Tomás de Aquino hasta Erasmo, Luis Vives y Lutero, de Malebranche y Pascal a Unamuno y María Zambrano, su estela brilla firme e ininterrumpida. «Las Confesiones» y «La ciudad de Dios» han sido modelos siempre imitados y quizá nunca superados. «El maestro», como el «Cratilo» de Platón, no gozó, en cambio, de la misma fortuna, y por motivos análogos. El nivel abstracto del asunto, el estilo dialéctico del discurso y la falta de una estructura externa bastan para explicar por qué sus primeras traducciones no han visto la luz hasta el siglo XX. Y, sin embargo, desde una perspectiva actual, su interés está fuera de toda duda. Pues no sólo se esboza en él una teoría de la 'suppositio' y del metalenguaje, sino que se analizan las tres funciones del lenguaje: sintáctica, semántica y pragmática. De ellas se deriva, además, una doctrina pedagógica de suma actualidad, a saber, que la enseñanza no consiste tanto en transmitir conocimientos ya elaborados cuanto en formular preguntas al oyente e incitarle a que los descubra por sí mismo. Por debajo de estas ideas, que forman la arquitectura del diálogo, existen otras dos que les dan pleno sentido: la distinción entre signo material y significado interior o mental, y la concepción metafísica o teológica de que mundo, hombre y lenguaje son expresión del Dios trinitario en cuanto palabra original y comunicativa. La versión de «El maestro» que aquí brindamos al lector español pone a su disposición ciertos instrumentos que harán más fácil su comprensión: la estructura general del texto, establecida desde el punto de vista de la filosofía del lenguaje como se explicita en la «Introducción»; los epígrafes concretos que señalan cuál es la idea principal de cada párrafo numerado; las abundantes notas que sugieren algunos paralelismos históricos e indican fuentes o posibles influencias; y, al fin, un índice analítico que permite cotejar el sentido dado a un mismo término en diversos contextos.
Agustín de Hipona (354-430) buscó incansablemente a Dios y la Sabiduría. Enseñó retórica en Cartago, Roma y Milán, donde la predicación de san Ambrosio lo preparó a su conversión. La lectura de san Pablo lo decide a renunciar a toda su vida y a abrazar el ideal de los apóstoles. En Hipona reúne a varios hermanos y vive con ellos en la pobreza y la comunidad de bienes. Ordenado sacerdote y luego obispo, compagina el retiro con la caridad pastoral. Tuvo que hacer frente a los desafíos que amenazaban a la Iglesia de su tiempo, y así se revela como un gran teólogo y el gran Padre de la Iglesia que todos conocemos. Su espiritualidad está toda orientada a la Trinidad como modelo de relación para el hombre.
CONFESIONES-CONTRA LOS ACADÉMICOS-DE LA VIDA FELIZ-SOLILOQUIOS-LA INMORTALIDAD DEL ALMA-EL MAESTRO-LA CATEQUESIS DE LOS PRINCIPIANTES-LA NATURALEZA DEL BIEN San Agustín refleja en su vida y en su obra el cambio del Mundo Antiguo a la cosmovisión cristiana. Tras su conversión al cristianismo, admirablemente descrita en sus Confesiones, fue un incansable buscador de la verdad. Amar, pensar y vivir suponían para él los tres vértices del triángulo de la existencia. San Agustín fue el abanderado de la empatía previa al conocimiento intelectual.
Una selección de textos de san Agustín ordenados para ser meditados y rezados a lo largo de todo un año. Los textos proceden principalmente de las Confesiones y de La Ciudad de Dios, pero también de sus numerosos sermones y de sus comentarios a los Salmos y al Evangelio de san Juan, entre otras obras. De su lectura se desprende la actualidad de un hombre en permanente búsqueda intelectual y espiritual de la verdad, amante de la estética, interesando en todos los asuntos que afectan al ser humano: la educación, la solidaridad, la realidad política, la justicia, las cuestiones morales, la cultura, la razón y la fe... El libro incluye una oración de Pablo VI dedicada a san Agustín que ayuda a orar con los textos del santo.
El presente volumen contiene dos obras de san Agustín: "Exposición de la Carta a los Gálatas" y "Homilías sobre la Carta de san Juan a los Partos"esto es, la Primera Carta de san Juan. Además de sus diferencias, ambas tienen cosas en común: el versar las dos sobre cartas apostólicas; el que sus autores, san Pablo y san Juan, son los autores neotestamentarios más apreciados por el pastor de Hipona; el que su origen no se debió a peticiones que le llegaran de fuera, sino a una opción puramente personal del santo, aunque esto último lo afirma explícitamente solo de la segunda obra.
Una biografía que ha sabido mostrar la universalidad y la perenne actualidad de san Agustín. Su personalidad, cautiva; su vida nos parece, aún hoy, una aventura apasionante, y su talante abierto, dialogante y cercano, sigue atrayendo.