Tercera y última parte de la trilogía histórica de Espido Freire que comenzó con El chico de la flecha (8.ª edición, Lista de Honor OEPLI 2017) y El misterio del arca (Galardón Letras del Mediterráneo 2018) Marco ya no es el niño que se escapaba de las clases para meterse en líos. Desde el suceso por el que se ganó el apodo de «el Chico de la Flecha» han pasado cuatro años; en este tiempo se ha visto obligado a tomar decisiones y a responsabilizarse de ellas. Y si pensaba que al crecer eso desaparecería, estaba muy equivocado. Claro que ya no le asusta lo que ha vivido, pero frente a las nuevas situaciones, el miedo y la sensación de andar a ciegas resulta casi idéntica. No está solo ante sus nuevos retos, siempre puede contar con Aselo, su amigo y esclavo. No así con su hermana Junia, que está a punto de casarse y trasladarse junto a su nueva familia a Caesar Augusta. Un momento de dicha para todos que se verá empañado por las malas artes de alguien que parece envidiar la buena fortuna de los Albius y por los problemas de salud del tío Julio. Espido Freire nos invita a viajar en esta ocasión hasta el verano del año 79 d. C. Una fecha más que destacada en los libros de Historia, ya que ocurrió uno de los hechos más traumáticos del mundo antiguo: la destrucción de Pompeya y Herculano por la erupción del Vesubio. Catástrofe de la que tenemos testimonio directo gracias a los escritos de Plinio el Joven; al que conoceremos en la novela junto a su tío Plinio el Viejo, uno de los seres más complejos, curiosos y polifacéticos de esa época. Antes, iremos junto a Marco y Aselo hasta Britania, las tierras del norte, atravesando el siempre complicado Cantabricus Oceanus, para llevar a cabo una delicada e importantísima misión.