Es el Día Mundial de la Naturaleza, y la señorita Rosa y sus alumnos deciden plantar un árbol en una esquina cercana al colegio para celebrarlo. El arbolito está feliz, por fin ha salido del vivero y va a ser transplantado en su hogar definitivo. Las vistas de la esquina son fabulosas y la gente que pasa por allí parece tan amable? Pronto el arbolito se dará cuenta de que sobrevivir a los tratos irresponsables de niños y adultos será una labor casi imposible. Pasado un año, ya nadie se acuerda de él, menos mal que una pareja de gorriones decide anidar en una de sus ramas, por fin algo bueno le sucede.