La mujer ha existido históricamente en la tensión de una paradoja inquietante, abismal: al no existir sino como seducción, la mujer no debía tener un ser propio para poder existir. Una ausencia de ser: una existencia en simulacro. Tradicionalmente, la mujer ha deseado ser mujer, pero en su recorrido ese deseo siempre ha encontrado al hombre, al deseo del hombre que la hacía mujer.(...) Preguntemos simplemente: ¿cómo comienza el orden de los signos que ha determinado el no-ser histórico de la mujer?¿tiene historia un no -ser?