El hidrógeno es el elemento más básico y ubicuo del universo, la materia de la que están hechos el sol y las estrellas. En este inicio del siglo XXI, los principales fabricantes de automóviles han destinado más de 2.000 millones de dólares a desarrollar prototipos alimentados con hidrógeno, y se espera que en pocos años circulen ya los primeros vehículos producidos en serie. Además, cuando millones de usuarios puedan conectarse a redes energéticas de hidrógeno de alcance local, regional y nacional, basadas en los mismos principios que hicieron posible la World Wide Web, podrán compartir la energía de igual a igual y crear un modelo descentralizado. El hidrógeno puede paliar la dependencia del mundo respecto a las importaciones de petróleo, y contribuir a enfriar el peligroso juego geopolítico que se genera entre algunos países productores y el mundo occidental.