Érase una vez un niño que se llamaba Perico, y que tenía un periquito de colores al que habían puesto de nombre Periquete. Y ésa era la única palabra que sabía decir el animal, su nombre: PERIQUETE. Se lo habían regalado sus padres para que no estuviera solo, pues ellos estaban todo el día atareados y le pusieron ese nombre porque todo lo hacían, pues eso en un periquete. Tan amigos se hicieron Perico y su periquito Periquete, que un día que estaban los dos solos en casa, el periquito le invitó a Perico a visitar la selva donde él había nacido. Allí, todos tenían TIEMPO.