La presente obra estudia un período de la historia de la Iglesia en Japón que va de 1614 a 1632. En ella se recogen los relatos de la vida del franciscano Diego de San Francisco, que vivió esos años de forma clandestina alentando a las comuidades cristianas a mantenerse firmes en la fe cristiana frente a la persecución sistemática de los cristianos llevada a cabo por varios shogun de Japon, sobre todo por Ieyasu y Hidetada, con el fin de llevar a cabo el exterminio de todos ellos. Las motivaciones de estas persecuciones fueron varias, pero la principal fue la presunción de que el cristianismo era incompatible con el nuevo regimen feudal que se estaba construyendo en Japón.