¿Tuvo Franco una vida secreta? ¿Tuvo un rostro oculto? Sin duda, la respuesta a ambas preguntas es afirmativa. Mientras los españoles lo consideraban un hombre de férreo catolicismo, enemigo de la masonería, el comunismo y el sionismo, entregado al servicio de la nación y ortodoxo en todas sus manifestaciones, la realidad es que Franco introducía símbolos esotéricos en el Valle de los Caídos, se rodeaba de una guardia mora con fines protectores relacionados con la tradición islámica, había intentado ser aceptado en la masonería en al menos una ocasión, realizó un extraño ritual relacionado con el taladro de un enebro, trajo a España el mayor templo egipcio que hay fuera de Egipto… y estos datos son solo una muestra de las extrañas creencias del dictador. Sobre él, incluso, dicen que se refieren algunas profecías de Nostradamus. Franco hizo construir la mayor cruz que existe en el mundo, acumuló en su persona las más altas dignidades del Estado, se hizo llamar Glorioso Caudillo, se retrató como un cruzado, se sintió un nuevo Felipe II y permitió a los nazis buscar en España el Santo grial y creyó en las reliquias como talismanes protectores. Hombre de mente compleja –aunque siempre oculto tras la máscara de la frialdad y la autoridad-, fue aficionado a la pintura, quiso ser novelista y director de cine, se le propuso para cardenal, estuvo a punto de poseer la bomba atómica y, a pesar de todas su extravagancias y rarezas, recibió las alabanzas de todos los papas de su tiempo o de estadistas como el general Eisenhower y el mariscal Pétain. La vida secreta de Franco fue rica, extraña y desconocida. Acompáñenos a descubrir su rostro oculto.