Este Vía Crucis nace del encuentro con una obra de arte fascinante, tallada en bronce por el artista Werner Klenk, que hasta hoy se puede admirar en el monasterio Maria Königin de Altenhundem. Bajo la forma de ejercicios espirituales, las quince bellas estaciones nos permiten acompañar al Señor en su camino de la cruz para experimentar con él la resurrección. Para que brille sobre nosotros la luz de su rostro.