La trascendencia y el impacto del nazismo, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo indiscutible. Aun cuando el historiador tiene la obligación de mostrar los hechos de manera que no suscite polémica, a veces, como es el caso, la naturaleza de lo acontecido dificulta considerablemente esta tarea. Sin duda, nos encontramos ante uno de los capítulos más hirientes de la Historia, precisamente, porque sus repercusiones no se han circunscrito al ámbito político y geográfico; sino porque han traspasado lo estrictamente histórico para adentrarse en el ámbito de la ética y la moral dado las consecuencias que conllevó, en este caso, tanto a nivel individual como colectivo, el comportamiento humano. De este modo, el análisis de una etapa de la Historia que tiene como punto de partida el infierno que desató el ejercicio del poder desarrollado por una élite cuyos ideales no eran tales, sino que se basaban en la destrucción y la muerte, configurando una convulsa y caótica sociedad en la primera mitad del siglo XX, ha de responder al propósito de, no solamente dar a conocer los hechos de manera que sean entendidos inte