A mediados de los años sesenta del siglo pasado, el pintor Andrés Rábago emprendió un viaje personal. Se valió, en primera instancia, de un seudónimo, OPS, con el que comenzó a hacerse espacio en las publicaciones más críticas con la dictadura y le sirvió como autoanálisis. De tanto en tanto, sin embargo, la cuestión social y la política aparecían en aquellos dibujos satíricos y crueles. En los setenta, se fue dejando ver un heterónimo: El Roto. Con él, rompe la condición individuo-masa, y entiende que su obra tiene que hacer un servicio público y social. Andrés Rábago continua trabajando en su poética pintura y en las páginas del diario El País, con la viñeta de El Roto.. Este volumen repasa el territorio del pintor Rábago, que se despliega en un ámbito más elevado de consciencia, que podríamos calificar de metafísico.