Escalas los siete pisos hasta el oasis de la azotea, donde puedes pensar al ritmo de tu propia banda. Notas discordantes suben con el tráfico de las cinco, se suavizan con un bolero al ocaso. En compañía de las palomas observas a la gente allá abajo, que fluye, en corriente, cada uno está solo en medio de la multitud, cada uno es una isla como tú.