A mediados de años 30, cuando todavía predominaba el blanco y negro, las salas de cine comenzaron a colocar en los vestíbulos fotografías con escenas de las películas. Generalmente eran series de ocho a diez fotogramas, que permitían al espectador hacerse una idea de lo que le iban a proyectar. Cuando se trataba de un gran estreno, se coloreaban a mano. Para que resistieran mejor su largo recorrido por los cines de toda España, acompañando a las bobinas de película, se pegaban sobre cartón duro. Se trataba de los fotocromos (en inglés lobycards), que fueron desapareciendo con el auge de las multisalas. Hoy son muy preciados por los coleccionistas. Este en un fotocromo de homenaje gráfico a uno de los grandes clásicos de terror de los años 70, "La naranja mecánica", película Kubrick sobre la violencia social urbana.