Declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad, Cuenca debe su existencia a la topografía, ya que su estratégico emplazamiento, justo en la confluencia de los ríos Júcar y Huécar, le confieren un carácter defensivo que fue su razón de ser. La falta de espacio configuró un trazado irregular en sus calles y un crecimiento en altitud de sus casas, lo que origina una perspectiva sorprendente de sus viejos edificios, sus famosas Casas Colgadas, la Catedral, la iglesia de San Pedro y el Castillo, todo ello alternando con numerosas construcciones civiles que forman un conjunto urbano armonioso y singular. También se da cuenta en esta obra de su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional, y de sus principales especialidades gastronómicas, como el cuchifrito, el zarajo y el famoso morteruelo. La visita termina en La Ciudad Encantada, Declarada Sitio Natural de Interés Nacional en el año 1929, paraje natural cárstico que se extiende sobre un área de 20 kilómetros cuadrados.