Tomás y su mejor amiga, la pelota, siempre están juntos. Paseando por el campo, se encuentran con un soldado de plomo, que se une a sus aventuras. Pero un día el soldado le hace un comentario desafortunado a Tomás, que lo entristece mucho. Para arreglarlo tendrá que recurrir a la ayuda del viento, que le sugiere que utilice unas palabras mágicas: que le pida perdón. De esta manera, Tomás y el soldado vuelven a ser grandes amigos.