Fue Sorozábal el músico más popular en el Madrid de mitad del siglo XX. Su música tenía gancho, era chispeante, castiza, muy madrileña. Era además original y moderna en su momento, sin que supusiera una ruptura con esa entrañable y larguísima tradición española de la zarzuela: o sea, tenía eso que hoy se busca en las generaciones nuevas de compositores sin hallarlo nunca. El arte lírico de Sorozábal no cayó jamás en las ramplonas orquestaciones de otros músicos de zarzuela de su momento, período de franca decadencia artística del género. Y, por si fuera poco, tenía un agudo sentido teatral en la equilibrada mezcla de elementos cómicos y de carácter, con una fuerte vena lírica, en él tocada de humana cordialidad y nostálgica ternura. Junto a lo madrileño hay otro polo en la obra de Sorozábal, este más auténtico en su raíz: lo vasco, presente muchas veces en composiciones no teatrales para voz solista o para coro.