El contenido del presente volumen atiende a la plaza Mayor y su entorno arquitectónico. De todo el conjunto barroco de la ciudad, hemos decidido segregar el sector para prestarle la atención debida del centro histórico que es la plaza Mayor. De compleja evolución, conoce su momento culminante en lo monumental a lo largo del siglo XVIII. Era por entonces el conjunto barroco por excelencia de Cuenca. Le daban su significado, y en buena medida se lo siguen dando, tres importantes monumentos y sus correspondientes fachadas: la catedral, las casas consistoriales y el convento de San Pedro de las Justinianas. La imagen más potente la ofrecía sin duda el antiguo hastial catedralicio y la vecina torre de campanas o Giraldo, aunque es de lamentar la pérdida de todo ello y de la propia unidad dieciochesca de la plaza. La fábrica de las nuevas casas consistoriales cerraba la explanada por el sur, en un teatral efecto genuinamente barroco. Por último, el convento de las Petras alzaba su masa con una fachada entonces más barroquizante, por la pintura, de lo que ahora muestra.