No exagero al decir que tras leerlo, te internarás en un laberinto que puede llevarte por caminos que quisieras evitar por no encontrar la salida. Tras su primera novela Aquiles Strovosky, Esteban Valenzuela nos asombra con una serie de cuentos, recogidos de su singular forma de observar la vida, es así, como las palabras como no sé, no creo; sí, pero o me falta por nombrar algunas, se transforman en singulares personajes en los cuentos de éste escritor, que nació en San Carlos de Bariloche, Argentina, pero que luego de nacionalizarse chileno (por sus padres), se considera un porteño de corazón, por la ciudad de Valparaíso, donde dice que nació de nuevo. De hecho su novela transcurre, en esa ciudad de Chile. Empecinado en hacer de su forma de escribir un estilo particular, busca mostrarle las variadas formas de mirar la vida, a veces de las voces de sus inconscientes, otras recurre a fantasmas personales, traumas e inclusive a Dios, como sucede en el cuento podría morir en éste instante, en que la protagonista, después de morir, conversa con el todopoderoso, para recriminarle sobre su vida y la de su amante.