El turno de noche es el más sencillo. Con el centro comercial vacío, la misión del vigilante de seguridad consiste en echar un vistazo a las cámaras de vez en cuando y hacer una ronda cada dos horas. A Curro le parece un trabajo sencillo, aunque se siente nervioso porque es la primera vez que trabaja como guardia jurado y quiere hacerlo bien. Su estado de nerviosismo crecerá en cuanto su jefe se marche y le deje a solas en el edificio. Pero en realidad no está solo, algo se esconde entre la oscuridad de los pasillos y los laberintos de estanterías. Lo que en un principio se le antoja un intruso de carne y hueso, se manifiesta poco a poco como una presencia hostil que le hace ver que el intruso es él.