¿Se puede reflejar una parte de la realidad en un folio? ¿Cabe un mundo personal alrededor de 750 palabras? ¿Son suficientes o necesitamos ocupar varias páginas para expresar una mirada, una sensación o un recuerdo? Durante casi tres años el autor tuvo la manía de anotar meras divagaciones, de intentar apresar sensaciones que percibía, y también de fabular pequeñas historietas que imaginaba y las publicó en un semanario de Benicarló. Anuncios, ficciones, recuerdos de la infancia, evocaciones perdidas, múltiples retazos que reflejan un amplio abanico de miradas, forman parte del itinerario de este libro. La ironía es un arma poderosa que podemos utilizarla para sostener nuestra precaria existencia y no cogerse las cosas a la tremenda, nos sugiere el libro. También hay momentos cálidos, tiernos, múltiples ensoñaciones, sentimientos que se evaporaron y hasta ramalazos poéticos. Es una invitación para iniciar un viaje lleno de incertidumbres, de búsquedas y también de alegrías, que vale la pena aventurarse, si uno desea encontrarse con un destino que ni siquiera había sospechado.