Los derechos culturales se defienden, pelean y hacen reales gracias a la sociedad, pues no dependen de un Estado que los otorgue, aunque sí es su obligación respetarlos y atenderlos. Sin embargo, son realidades condicionadas a que se resuelvan diversos problemas estructurales de la sociedad. Para abordar la cuestión de los derechos culturales, afirma el autor, es necesario comprenderlos como lo que son realmente: derechos humanos.