«Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias», rezan los primeros versos de un famoso tango, pero las ansias nos despedazan. Aquí rompen a hablar individuos que donan su cuerpo a la ciencia si los devotos del River no les tocan las pelotas o visitan un cementerio judío donde habita el cadáver de un señor llamado Adolf Hitler o cambian con ahínco de taxis para llegar puntualmente a un delirio nocturno se otoman el balón por su manos cuando arbitran partidos de fútbol o
Los diecinueve relatos de este proyectil dan lugar al tratado de balística literaria más certero, más piadoso y más diabólico.