La razón discursiva es la que permite a Anselmo en su Proslogio que el espíritu se desplace desde la fe que cree a la inteligencia que demuestra, y de aquí a la visión intutitiva que promete la felicidad. Entendemos, nos dice Anselmo, que Dios es la cosa mayor que la cual no puede pensarse otra. La intelección de esta breve y universal definición de Dios, argumenta el autor del Proslogio y de la Réplica a Gaunilo, implica a la vez la existencia fáctica del objeto definido y la imposibilidad noética de concebirlo como no-existente. La idea de Dios se impone, pues, con tal fuerza, que el hecho de entenderla lleva consigo saber que Dios existe y hasta el punto de que su inexistencia no es pensable.