El libro preferido de Manuela era el que contaba la historia de rey que, por las noches, se sentaba junto a un gran ventanal para mirar el hermoso lago violeta que había en el palacio. Pero Manuela se preguntaba por qué el rey parecía tan triste. No podía saberlo, ya que alguien había arrancado casi todas las hojas del libro. Pero un día Teo, un amigo de sus padres, le da un consejo: «Pregúntale al rey. Quizá él le hable a tu corazón».