Es inevitable que un estudio sobre Hegel y Marx se centre en la dialéctica. A juicio de DHondt, Hegel ya elaboraba y afinaba dialécticas regionales en sus ensayos de juventud, cuando la Idea Absoluta no despuntaba todavía en el horizonte de sus búsquedas. Ese es, entonces, el problema que aborda DHondt en esta obra. Y, como no podía ser de otro modo, el método para estudiar la dialéctica es la dialéctica misma. Pero si dos modos de abordaje el filosófico especializado, desdeñoso de la materia histórica, y el del historiador, ignorante del concepto- han sido frecuentes en el estudio de la dialéctica, DHondt rompe esos compartimentos y se instala en una dimensión que es la de la historia iluminada por el pensamiento y la del concepto que jamás podría no ser histórico. Pero no es este el único particularismo que sortea: alcanza singular relieve su tratamiento de los nexos que existieron en el siglo XIX entre la cultura francesa y el idealismo alemán y las conclusiones acerca de la historia y la dialéctica, consagrando las páginas finales a una refutación crítica del anti-humanismo de Althusser.