El Concilio Provincial Dominicano se reunió desde septiembre de 1622 hasta el mes de febrero de 1623 en la Isla de Santo Domingo. Las actas de este acontecimiento eclesial son un documento de primera mano que nos ofrece un panorama bien delineado, aunque indirecto, de la sociedad de entonces. Ellas nos permiten acercarnos a lo cotidiano de aquellos grupos humanos y nos descubren el marco de comprensión de su realidad social a la luz del elemento religioso católico. Por ello, el Dominicano fue, para su provincia, norma de conducta práctica y regla de moralidad que distinguía dentro de sus parámetros- entre lo bueno y lo pernicioso en aquella sociedad de distintos colores de piel, en la cual se hizo también americana la Iglesia católica.