Conocer la historia de la poesía lírica española por los testimonios de quienes la crearon, descubrir las diversas mentalidades que rigieron el cometido del poeta lírico, entender la estrecha relación evolutiva de las tendencias neoclásica (1540-1870) y romántica (1770-1870) y el nacimiento de los movimientos correspondientes, aclarar la completa naturalidad y por tanto perenne pertinencia de la poética clásica a todas las escuelas, he aquí los fines de este libro. En el desenvolvimiento de la lírica moderna, influye de modo decisivo el efecto liberalizador del viraje del deductivismo filosófico al inductivismo (siglos XVII a XVIII) y el consecuente examen directo de la naturaleza. Son tan admirados por los románticos como por los neoclásicos Garcilaso de la Vega, Luis de León, Herrera, Villegas y los Argensolas. Es más: los románticos, lo mismo que los neoclásicos, aspiran a ser los herederos de los líricos del Siglo de Oro. Pues la larga tendencia clásica/neoclásica -incluyendo la romántica a cuya evolución dio origen- viene a ser el más importante lazo de unión que hay entre la poesía antigua española y la moderna. La tendencia clasicista llega hasta las mismas fronteras del modernismo; y en cambio, el barroco resulta ser una evolución sin salida, sin futuro. Confírmanse estas conclusiones por los principios de poética que exponen poetas y prosistas del siglo XX como Azorín, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Luis Cernuda, José Luis Cano, Jaime Gil de Biedma, Gabriel García Márquez y Pere Gimferrer.